Sin pensarlo, los jóvenes son una fuente de energía renovable inagotable. Aunque suene redundante es así. Este pasado martes tuve la gracia de encontrarme con un grupo de 40 chicos del 6to año del Colegio León XIII. Ellos desde el primer momento me hicieron sentir como en casa, como si fuese una visita más, como si me estuviesen esperando.
El proceso fue tranquilo y placentero. Primero nos abocamos a conectarnos entre nosotros, para luego comenzar a disfrutar del viaje, símbolo de la vida, que estuvimos entrelazando durante toda la tarde.
Varios fueron los momentos en donde salieron cosas increíbles y donde los chicos me enseñaron que siempre se puede, que el discernir es sano y se pueden plantear puntos de vista opuestos, con respeto y amor.
Dios sin duda estuvo presente e ilumino esa tarde maravillosa donde los docentes, jóvenes y quien escribe conformamos un equipo que disfruto cada segundo.
La vida es un gran viaje donde compartimos con muchas personas, donde tenemos que estar atentos al otro, donde debemos de conocer nuestras virtudes para ponerlas a disposición de otros y así ayudarlos.
Gracias Ingrid, Paula, Folken y autoridades del Colegio por apostar a motivar y contagiar de vida a estos chicos.